Las emociones negativas como la tristeza, inquietud y las situaciones de estrés o aburrimiento pueden generar que tengamos ganas de comer con más frecuencia. Este tipo de hambre es conocido como hambre emocional, al que damos respuesta con comida, pero después no nos sentimos satisfechos.

 

Qué es el hambre emocional

El hambre emocional es una respuesta psicológica detonada por factores como el olor o aspecto de los alimentos, el estrés, la ansiedad, el aburrimiento, la angustia, la tristeza, etc.

Este tipo de hambre se asocia al estado de ánimo, y se experimenta una alteración emocional de la que podemos tener o no consciencia. Cuando sentimos hambre emocional, queremos llenar ese vacío y conseguir una sensación de bienestar rápidamente, por lo que solemos recurrir a darnos un atracón de comida con alimentos ricos en grasa y azúcares simples (calorías vacías).

Qué es el hambre real

El hambre real es una respuesta física que sigue un patrón de regulación interna, suele aparecer a determinadas horas en las que solemos comer. El cerebro emite estímulos y señales que avisan al cuerpo de la necesidad que tiene el cuerpo de recibir nutrientes para obtener energía y realizar las funciones vitales.

 

Diferencias entre el hambre real y emocional

Para poder identificar si experimentamos hambre física o hambre emocional, debemos analizar y observar qué sentimos y experimentamos. Es decir, ser conscientes de las razones por las cuáles se va a comer.

Como hemos descrito anteriormente, la principal diferencia es el origen del hambre. En el caso del hambre real, esta es una respuesta fisiológica que surge paulatinamente ante la demanda de energía. Mientras que el hambre emocional responde a una situación, sentimiento o emoción a la que queremos dar respuesta de forma inmediata.

Otra manera de diferenciar el hambre física y emocional es identificar qué alimentos queremos consumir. Cuando experimentamos hambre emocional tenemos antojo de un alimento en concreto, mientras que si tenemos hambre real el tipo de alimento es más indiferente, puesto que se trata de una necesidad fisiológica.

Por último, debemos tener en cuenta qué sensación experimentamos tras haber comido. Si estas saciado y satisfecho tenías hambre física o real, mientras que si te sientes culpable o arrepentido se trataba de hambre emocional.

Descubre cómo identificar el hambre real y el hambre emocional en este post relacionado.

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